¿Es válido patentar genes humanos para comercializar algo que es un bien universal?…

Gran parte de la posible propiedad intelectual del ADN codificado está en manos estadounidenses: patentar  genes humanos podría representar una imposición a investigadores alrededor del mundo. Dadas las tendencias que han erigido la práctica de regulación de investigaciones y descubrimientos científicos en los últimos 30 años, patentar genes humanos podría ser el siguiente paso comercial dentro de la industria de la biomedicina.

Científicos en todo el mundo esperan el desenlace del debate del Tribunal Supremo de Estados Unidos ya que las consecuencias de patentar genes humanos relacionados directamente con algunas enfermedades como el cáncer podrían afectar su detección, pronosticación, terapias y medicación.

En 1994 y 1997 la compañía Myriad Genetics patentó dos secuencias genéticas asociadas con el cáncer, la BRCA1 y BRCA2 respectivamente. Estas dos secuencias han sido asociadas directamente al desarrollo de tumores de mama hereditarios. Una mujer que tiene una mutación en alguno de esos genes corre el riesgo (con una probabilidad del 60%) de desarrollar neoplasia a lo largo de su vida. Gracias a los derechos que Myriad tiene sobre los genes, se ha reservado el método de empleo en el diagnóstico de la enfermedad, terapias y medicamentos —convirtiéndola en la única compañía que puede comercializar en Estados Unidos el examen que identifica las posibles alteraciones a los dos genes.

Patentar genes humanos es una manera de guardar datos que podrían ser útiles para otras investigaciones médicas con el fin de dominar un mercado; Myriad por ejemplo se ha negado a divulgar la información que ha acumulado a través del examen, a pesar de que hay varias bases de datos públicas en Estados Unidos que buscan recolectar información de pacientes con este tipo de cáncer para avanzar el conocimiento que se tiene en torno a esta enfermedad.

Guardar información vital de una enfermedad que afecta a millones de mujeres (y causa miles de muertes al año) se puede considerar en contra de la práctica común de la comunidad médica y científica, que buscan en teoría un avance en conocimientos con el fin del desarrollo social, no acumulación de riqueza. Por esto en el 2009 se presentó una denuncia en contra de Myriad por parte del Patent Public Foundation y American Civil Liberties Union, ya que consideran que esta práctica es inválida e inconstitucional por la manera en que “la investigación se ha retasado, limitado o incluso bloqueado”.

En el 2010 el juez Robert Sweet le dio la razón a PubPat al decir “La purificación de un producto natural, sin más, no puede transformarse en una patente. Y como el ADN aislado no es diferente del ADN en estado natural, no es patentable”, lamentablemente esta medida se dio localmente en Nueva York.

Ahora es la instancia más elevada del país que debe tomar la decisión, y considerar al mismo tiempo la validez de patentar un gen humano, el derecho de patentar el cDNA, una copia artificial del ADN.

Aquellos que se encuentran a favor de patentar genes lo justifican como la única medida para asegurar inversiones en el mundo de la investigación científica. Aquellos que no están de acuerdo, como Andrés Moya, ganador del precio de Sociedad Española de Genética sienten que “los legisladores han diseñado una normativa que permite patentar, es decir, privatizar un bien universal para generar negocio con él”.

Aunque patentes de naturaleza biomédica y biotecnológica existen en todo el mundo, por ejemplo en Europa la protección al uso de genes patentados se limita a su explotación comercial no su uso en investigaciones científicas. Por el momento los ojos están puestos en el tribunal estadounidense ya que es ahí donde se definirán las tendencias o limitaciones en esta esfera en los próximos años.

El País

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