¿Qué tiene el Sáhara que tanto interesa a Marruecos?


Residentes en la antigua provincia española reviven en las escenas de Ceuta la Marcha Verde que sacó a España de una territorio que oculta una inmensa riqueza..

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Por Eva Landín

El hasta noviembre de 1975 Sáhara español, es mucho más que un desierto. Lo saben bien quienes vivieron allí. Carmen aterrizó en el aeropuerto de El Aaiún el verano de 1971 con sus dos hijos.

Su marido estaba trabajando ya como ingeniero en Fosfatos de Bucraa, empresa paraestatal que fue española desde su constitución en 1962 hasta 1976, cuando se vendió un 65% de la compañía a la marroquí OCP (Office Chericafien des Phospates) y el 35% restante quedó en poder del INI.

En esa misma empresa trabajaría ella, en la secretaría de dirección, hasta que tuvieron que abandonar el territorio.

Todavía lo denomina ‘Mi Sáhara querido’, porque, asegura, allí vivió la etapa más feliz de su vida y forjó amistades eternas. Muy poco se sabía entonces de aquel sitio y muy poco, afirma se sigue sabiendo de lo que ocurrió. “He leído tantas cosas que no son ciertas”, denuncia. “Tantas falsedades”.

Al principio, reconoce, le preocupaba trasladarse a un lugar así. “En Sanidad Exterior nos hicieron vacunarnos de muchas enfermedades que luego descubrimos que ni existían en la zona”, rememora.

El Sáhara, insiste, no era una colonia, era una provincia más. “Se desconoce cómo era la vida allí, la nuestra y la de los saharauis, que eran españoles de la provincia del Sáhara, con DNI español y representación en las Cortes”, subraya. “Muchos se sorprenderían si supieran que no se podía tener un negocio si no estaba a nombre de un saharaui, que se les daba una paga si hablaban español o cuáles eran sus costumbres, pues eran los hombres los que cosían o compraban”, narra. Sobre las denuncias de lo que se hizo allí entonces defiende que “llevamos un modelo cuestionable”, pero señala: “Era el que teníamos. Nosotros vivíamos en una dictadura”.

La convivencia con los saharauis era buena e imperaba el respeto. Carmen todavía sonríe cuando recuerda que su marido atropelló una cabra y no solo tuvo que pagar el animal, sino también las dos crías que aseguraron tenía en su vientre.

Fosbucraa y la cinta de fosfatos

La empresa en la que trabajó este matrimonio fue la encargada de poner en marcha la ingente cinta transportadora de fosfatos desde el yacimiento (Bucraa) hasta la planta de tratamiento de la costa, en la que se le quitaban los estériles, que no eran muchos, puesto que, además de ser una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo, el mineral que se extrae de ella es muy puro.

La construcción no fue nada fácil y la inversión millonaria. Para crear los 106 kilómetros de cinta, en la que había además un total de 10 estaciones (una cada 10km) hubo incluso que estabilizar con brea las zonas de dunas, ya que estas se ‘comían’ la infraestructura.

En cumplimiento con el controvertido acuerdo tripartito de Madrid de noviembre de 1975, en 1976, la mayor parte de la empresa Fosbucraa pasó a pertenecer a la Oficina Cherifiana de Fosfatos de Marruecos, y trasladó su sede social a Rabat.

Por aquel entonces la cinta ya había sufrido el sabotaje del Frente Polisario. El marido de Carmen vivió en primera persona el atentado de la Estación 10. “Se ha llegado decir que fue en la 8 y la 9 y que la cinta no volvió a funcionar hasta pasar a manos marroquíes pero no es cierto, volvió a estar en marcha unas tres semanas después”.

Del periodo que sucedió a la Marcha Verde pocas noticias se conocen de la cinta transportadora, que estuvo parada varios años.

El marido de Carmen regresó ya sin la familia para ponerla de nuevo en funcionamiento, pero dejó definitivamente el Sáhara en 1979.

Un año después. en 1980, se hizo público que la compañía habría perdido en los últimos cuatro un total de 10.000 millones de pesetas. En octubre de 1982, sin embargo, se reinició la actividad, alcanzando un volumen anual de 400.000 toneladas de mineral útil.

La extracción de fosfatos de este yacimiento lleva años siendo denunciada como expolio al pueblo saharaui.

En 2018, la OCP se vio obligada a cambiar las rutas internacionales tras varias denuncias del Frente Polisario. En varias ocasiones sus barcos han quedado inmovilizados, aunque los tribunales han emitido sentencias contradictorias. Mientras unos han considerado que no había pruebas de que el cargamento perteneciese al demandante, otros fallaron que era del pueblo saharaui, y que, por tanto, las empresas marroquíes no tenían derecho a adjudicárselo ni a venderlo a terceros.

Según el último informe anual de la organización WSRW, (Observatorio de Recursos del Sáhara Occidental por sus siglas en inglés) que rastrea y denuncia el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental, en 2020 fueron expoliadas 1.123.000 toneladas de fosfato.

El mayor importador de este producto es, con diferencia, India, seguida de Nueva Zelanda, Brasil, Japón, y, muy probablemente, apuntan desde esta entidad, China y Filipinas.

El 35% de la empresa que España conservó en 1976 acabó perdiéndolo. En 1996, el consejo de administración de la empresa aprobó una ampliación de capital. El INI (posteriormente TENEO y después, Sociedad Estatal de Participaciones Industriales –SEPI–) no acudió a la ampliación, por lo que la participación en la sociedad pasó del 35 a un 12%. En 2002 dejó de formar parte del accionariado y la Junta General Extraordinaria de Accionistas aprobó la reducción del capital social a cero y una ampliación posterior del mismo. La SEPI no ejerció el derecho de suscripción preferente, por lo que perdió la participación.

La pesca

Pero el Sáhara Occidental no solo tiene fosfatos. Otra de sus grandes riquezas está en sus aguas, ya que cuenta con uno de los mejores caladeros pesqueros del Océano Atlántico.

Carmen recuerda que en las estrelladas noches en Cabo Bojador, “si mirabas al mar, parecía que hubiera una ciudad en él, de la cantidad de luces de barcos que se divisaban”.

“ La gente se sorprende mucho, además, cuando les cuentas que en la playa hemos cogido cubos y cubos de camarones, percebes, nécoras o quisquillas”.

La pesca tenía también por aquel entonces tanta importancia económica que “Fernando López Huerta, el teniente coronel que estaba al frente de la Agrupación de Tropas Nómadas siempre precisaba que con los impuestos que se les cobraba a los barcos que pescaban en los bancos saharianos se pagaba buena parte del gasto que suponía para España el protectorado”, apunta Carmen.

En la actualidad, la Unión Europea tiene con Marruecos un acuerdo pesquero por el que anualmente paga más de 50 millones de euros por el acceso a sus aguas. Cuando España dejó el Sáhara no se redactó ni un solo tratado.

Petróleo, gas y otros secretos ocultos

Pero además de fosfatos y de un caladero excepcional, el Sáhara Occidental guarda petróleo, gas y circonita.

Su exploración y comercialización resulta igual de polémica, de manera que tras las denuncias de organizaciones como WSRW, algunas compañías han decidido abandonar la zona.

Según apunta esta entidad, el Gobierno marroquí cuenta con dos socios principales en lo que respecta al gas y el petróleo: la irlandesa Island Oil&Gas ha conseguido varias licencias para actividades en tierra (onshore), mientras que la estadounidense Kosmos Energy cuenta con el 75% del principal yacimiento en alta mar (offshore), frente a las costas de Bojador, el más importante de la zona.

A todo ello, hay que añadir, según algunas fuentes, hierrouraniocobre oro, además de, como no, arena, cuya venta gestionan compañías marroquíes. Por un lado, es un importante material para la construcción y por otro es un elemento adquirido para distintas playas españolas.

La Marcha verde y la precipitada salida de España

A todos estos recursos y a la inversión ingente que en el Sáhara se había realizado dijo adiós España en una salida que sigue estando rodeada de interrogantes. No hubo tratados, ni convenios de colaboración. Nada.

Que todo fue confuso y sospechoso lo saben bien quienes como Carmen estaban allí en aquel momento, civiles y militares, que ahora miran hacia Ceuta sin poder evitar rememorar la Marcha Verde.

El por aquel entonces secretario general del Gobierno del Territorio del Sáhara, el coronel Luis Rodríguez de Viguri, con quien coincidió en varias ocasiones esta familia, llegó a decir que se hubiera podido detener con botes de humo y aprovechando los vientos alíseos, lo que le valió su inmediata destitución.

Años más tarde, en 1978, se atrevió incluso a relacionar la cesión del Sáhara a Marruecos con grupos de presión ligados a la familia Franco y una década después, en 1988, ya con 75 años, desveló que él fue al Sáhara en 1974 con el mandato expreso del Gobierno español de preparar al pueblo saharaui para la independencia.

Para ello promovió un censo de la población autóctona que décadas después se convertiría en pieza clave para el plan de la paz de la ONU. De ese episodio de la historia también fue testigo Carmen, ya que conocía bien a la persona que se encargó de llevarlo a cabo.

Rodríguez de Viguri llegó a decir que le engañaron entregando el Sáhara a Marruecos, citó expresamente a José Solís Ruiz, y a personas próximas a la familia Franco, como el abogado Miguel Juste y se refirió a la intervención de Estados Unidos, Francia y Túnez.

Este coronel español incluso calificó de genocidio la actitud de la Administración española frente al pueblo saharaui, del que indicó “el Frente Polisario es y fue siempre su único representante real”.

Lo cierto es que la salida de los tres ejércitos que allí estaban establecidos fue precipitada y casi humillante. “Hasta el pantalán se quedó pequeño y varias compañías tuvieron que salir por Villa Cisneros”, explica Carmen.

El malestar entre los militares esas semanas era más que evidente, son muchos los que creen que a eso respondió la visita del por aquel entonces príncipe Juan Carlos.

“Les dejamos inermes”. “Es indignante lo que hicimos con ese pueblo”, denuncia Carmen.

A sus 86 años, y aunque el Sáhara ha permanecido vivo siempre en el seno de su familia, es consciente de que las nuevas generaciones apenas saben nada de ese periodo de nuestra historia. “Quedamos muy pocos que podamos recordar aquello. Nunca se ha estudiado y esta historia morirá con nosotros”.

España nunca entregó el Sáhara. Pablo-Ignacio de Dalmases escribió en 2016 ‘El Sáhara Español: El gran fraude. Los papeles del Coronel Rodríguez de Viguri’, en el que subraya que este episodio histórico permanece sin explicar del todo y que existen lagunas que la historiografía debe llenar.

Quedan, recalca,»aspectos no aclarados, conductas sospechosas» y decenas de interrogantes como los que plantea también José Luis Rodríguez Jiménez en ‘Agonía, traición, huida: El final del Sahara español’.

A todos ellos, podrían sumarse otros muchos más como qué ocurrió con el crédito que España tenía con el Banco Mundial avalado por la Krupp.

Carmen sabe que ya no va a conocer las respuestas. “Dije que me emborracharía con champán francés el día que el Sáhara fuera libre. Ahora sé que voy a morir sin poder hacerlo”.

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